jueves, julio 01, 2004

JUAN BAUTISTA ARISMENDI

(La Hora, Sábado 15 de Marzo de 1997)
La Provincia de Margarita, fue creada el 18 de marzo de 1525. Fue gobernada durante el siglo XVI por la familia del primer Gobernador y Capitán General, el Oidor de la Audiencia de Santo Domingo don Marcelo Villalobos. Pero se regulariza la sucesión política, con el nombramiento de Magistrados por la Corona, a partir de 1594. Tuvo hasta 1810, treinta y cuatro gobernadores. Tuvo dos capitales sucesivamente, la Villa del Espíritu Santo, en la costa sur, hasta 1567, y la Asunción hasta esa fecha.
Guillermo Morón LOS PRESIDENTES DE VENEZUELA, Planeta, 1998.Caracas-Venezuela. Pàg.11 .
Nació en la ciudad de La Asunción, antigua isla Margarita, el 15 de marzo de 1775. Hijo del Capitán de Milicias de Blancos D. Miguel Arismendi y D. a María Subero Ibáñez de Eguía Alfonzo. El primero fue Alguacil Mayor y Alcalde de la Santa Hermandad en la referida isla.
El joven Juan Bautista Arismendi estudió primeras letras en la ciudad de su nacimiento. En Cumaná, adquirió mayores conocimientos, regresando otra vez a la isla donde se incorporó en 1790, como cadete, a las filas del Ejercito Real desde este año hasta el 1808 ejerció varias Comandancias de armas en diversos puertos de la isla rechazando con éxito invasiones enemigas.
En mayo de 1810, los habitantes de la isla desobedecieron al Gobernador español Coronel D. Joaquín Puelles, y nombraron en su lugar una Junta de Gobierno del valor y a la audacia de Arismendi se debieron estas medidas, por lo que se le ascendió a Coronel y se le dio el mando militar de la isla. Al año siguiente tomó parte en la expedición a Guayana, conduciendo un contingente de tropas margariteñas, fracasada esta empresa en los propios días en que Miranda capitulaba con Monteverde, Arismendi volvió a Margarita, ya la isla estaba bajo la autoridad del Gobierno Español, que representaba el coronel Pascual Martínez, por lo que Arismendi fue reducido a prisión y enviado a las bóvedas de La Guaira, de donde pudo salir gracias a los buenos oficios de su deudo cercano, el Obispo de Puerto Rico, D. José Alejo Arismendi.
Apegado a su tierra nativa, volvió a Margarita con la mala suerte de que nuevamente se le redujera a prisión. No desmayaron sus esfuerzos, y en la cárcel misma tramó una revolución que dio el traste con la autoridad española y le permitió asumir el Gobierno de la isla. Con tal carácter cooperó al éxito de la expedición proyectada en Chacachacare, a la que envió un cañón de 16, seiscientos fusiles y la escuadrilla con la que bloqueó posteriormente a Cumaná y se obtuvo rendición. También aparejó barcos para apoyar el convoy encargado de cerrar el cerco de Puerto Cabello, el cual fue dirigido por el famoso marino José Bianchi.
En cuanto a la guerra a muerte, proclamada por Bolívar el 15 de junio de 1813, era ya, un hecho impuesto por la ferocidad de la lucha y al cual se sustraían sólo algunos hombres excepcionales, tanto en el campo realista como en el patriota. Si fuéramos a encontrarle un responsable personal, sin duda señalaríamos a Monteverde, porque fue el primero que rompió en forma brutales respeto a las leyes, la confianza en los tratados y juramentos, el miramiento a las personas, todo sentimiento de solidaridad humana y hasta simple compasión. A su cargo podriamos poner tambien los atropellos a la población civil, las extorsiones que realizaban sus favoritos, y también de terror y humillación que por primera vez conocía Venezuela. Y es indudable que todo esto fue lo que contribuyó a establecer como sentimiento unánime que era imposible cualquier forma de convivencia entre criollos y peninsulares. Según el general realista Miyares “no habia seguridad ni reposo bajo la autoridad de Monteverde, la sombra del delito de insurgente acallaba la miseria y el menor reclamo era un comprobante de infidencia”. Testimonios análogos nos dejó también otro español, Don Pedro de Urquinaona y Pardo en un informe a la metrópoli, y el Fiscal de la Real Audiencia don José Costa Galli decia “En el país de los cafre no podrían tratarse los hombres con más desprecio y vilipendio”. Cervériz escribía a Monteverde “No hay más señor, que un gobierno militar; pasar a todos esos picaros por las armas; yo le aseguro a V. S. que ninguno de los que caigan en mis manos se escapará”. Ante estas pruebas no puede parecernos en nada exagerado lo que decía Miranda a la Real Audiencia:
He visto con espanto repetirse en Venezuela las mismas escenas de que mis ojos fueron testigos en la Francia: vi llegar a La Guaira recuas de hombres de los más ilustres y distinguidos tratados como unos facinerosos; los vi sepultar junto conmigo en aquellas horribles mazmorras; vi la venerable ancianidad, la tierna pubertad, al rico, al pobre, menestral, en fin al propio sacerdocio, reducidos a grillos y a cadenas y condenados a respirar aire mefítico, que extinguiendo la luz artificial, infeccionaba la sangre y preparaba a una muerte inevitable; yo ví por último sacrificados a esta crueldad ciudadanos distinguidos por su probidad y talento, y perecer casi repentinamente en aquellas mazmorras, no sólo privados de los auxilios que la humanidad dicta para el alivio corporal sino destituidos también de los socorros que en semejantes casos prescribe nuestra religión.2 Coordenadas de Nuestra Historia. Augusto Mijares pág 141.
Mariño cumplió con el decreto a muerte a los españoles y canarios, diferencias en Oriente le obligaron a trasladarse a Caracas a comienzos de noviembre de 1813, debido a su estada en dicha ciudad, el General José Félix Rivas un día de Navidad le presento a Luisa Cáceres Díaz hija de José Domingo Cáceres, latinista y pedagogo de Caracas que contrajo nupcias con Carmen Díaz. En Caracas nació Luisa Cáceres el 23 de Septiembre de 1799, y recibio la educación de todas las muchachas de buena familia en aquellos lejanos tiempos; constumbres severas, prácticas religiosas, quehaceres del hogar. Mariano de Briceño, deudo y biógrafo de Luisa nos dice: “Entrado el año de 1814, la primogénita de Cáceres no había cumplido los quince años cuando sus atractivos personales se presentaban con rara brillantez. Era su estatura tal vez menos que mediana; en su cuerpo competían lo acabado de las formas con la sencilla gentileza de su porte, y a las bellas facciones de su rostro daban expresión particular la pureza de su alma y los calidos pensamientos de la infancia.” Poco sabia aquella niña que en un futuro se convertiría en una de las mujeres más valientes y dignas del continente Sur Americano, siendo victima de una cruenta guerra de independencia y luchadora de fuerzas sobrehumanas.
El joven Coronel Arismendi, quedó vivamente impresionado por los encantos de la jovencita, al punto que un poco después hizo saber sus pretensiones matrimoniales a los padres de Luisa, Arismendi había enviudado en Margarita de su primera esposa María del Rosario Irala, con la cual contrajo nupcias en 1804, y el 4 de diciembre de 1814 se celebra su matrimonio con Luisa Cáceres.
Bolívar nombró, en ausencia del General José Félix Rivas a Juan Bautista Arismendi Gobernador de Caracas, con éste carácter le tocó dar cumplimiento a la terrible orden de Bolívar del 8 de febrero de 1814, en la que mandaba a pasar por las armas a todos los españoles presos en las bóvedas de La Guaira y en los hospitales, eran días críticos para la patria; el formidable Boves avanzaba vencedor, los recursos eran escasos, y era difícil huir de ellos. Este mismo año los azares de la terrible lucha de independencia hicieron que Luisa Cáceres experimentara en carne propia los horrores de la terrible contienda, su padre fue sacrificado en Ocumare por las fuerzas de Rosete y Félix uno de sus hermanos menores, no tardo en correr con la misma suerte, no le perdono el encono de los enemigos, a pesar de ser un niño. Llegando el mes de Julio emigró Luisa Cáceres al Oriente de la República en unión de miles de habitantes de Caracas que huían aterrados por la proximidad de del siniestro José Tomás Boves. Estas personas siguieron a Bolívar y a Ribas, en marcha a pie y en medio de indescriptibles desazones.
A principios de 1815, Arismendi se encuentra frente al gobierno provisional de la isla de Margarita, y a la llegada de Morillo a la cabeza de poderosa escuadra, se refugia con su esposa en el Norte de Margarita. Los jefes españoles, que hasta ahora habían fingido generosidad para con los rebeldes de la isla, resolvieron poner una trampa a Arismendi para hacerlo preso. El valiente Margariteño fue avisado a tiempo y huyo de su casa. Cobián, el Comandante enemigo del norte, montó en cólera ante el fracaso de su alevoso plan y resolvió darle prisión a la esposa del fugitivo, al día 24 de septiembre. La joven fue conducida a la Asunción y puesta al cuidado de la familia Anés. Todos los bienes de Arismendi fueron confiscados, mientras el se escondía en las montañas de Cupey. Dos meses más tarde, Luisa era trasladada a un húmedo calabazo, en el famosos Castillo de Santa Rosa.
Algunos éxitos de Arismendi, le permitieron hacer prisioneros a varios españoles, y entre ellos al Comandante Cobián del Castillo donde se encontraba Luisa Cáceres. Los jefes enemigos propusieron al insigne patriota el canje de su esposa por Cobián y otros de los prisioneros. “Diga usted al jefe español que sin patria no quiero esposa”, respondió Arismendi.
Luisa Cáceres sufrió los horrores a que fue sometida cuando contaba sólo 16 años y estando grávida dio a luz en el castillo una hija que nació muerta, a causa seguramente de los malos tratos infligidos a su madre: “la mujer de Arismendi-escribía Pardo a Moxó- ha dado a luz en una prisión un nuevo mounstruo…Arismendi, según voz, ha hecho matar a los prisioneros, y en ese caso convendría decapitar a su mujer”. Moxó por su parte daba estas instrucciones al Gobernador de Margarita:
Prevengo a usted que deseche toda humana consideración. Todos los insurgentes, o los que los sigan con armas o sin ellas; los que hallan auxiliado o auxilien a los mismos, y en fin, todos los que hayan tenido parte en la crisis en que se encuentra esa isla, serán fusilados irremisiblemente, sin formarles proceso ni sumario, sino un breve consejo verbal de tres oficiales.
El 17 de noviembre de 1815 luchó denonadadamente Arismendi y logró sorprender por asalto la población de Juan Griego. Durante este año los republicanos sólo pudieron mantenerse en Venezuela con escasas guerrillas independientes entre sí, en Apure eran ya veteranos combatientes el coronel Miguel Guerrero y el comandante Francisco Olmedilla; pero el futuro General José Antonio Páez comenzaba ya a destacarse y muy pronto llevaría a las filas republicanas a aquellos llaneros del sur que habían sido el azote de la Patria. En el centro, o Alto Llano, en la Guayana y Oriente hacían prodigios de abnegación y pericia Zaraza, Monagas, Cedeño; y en Margarita inicia Arismendi en noviembre de 1815, la tercera y definitiva sublevación de la isla que por su valor mereció el nombre de Nueva Esparta El 9 de marzo de 1816 puso sitio a Pampatar. 3 pag.149.
A fines de 1815 Bolívar intentó socorrer a la sitiada Cartagena de Indias, y estuvo a punto de caer en caer en manos de los realistas que le habían tomado. Pasó entonces a Haíti, en donde con el auxilio del presidente Petión, del comerciante Roberto Sutherland y del curazoleño Luis Brion, llamado por Bolívar “magnanimo” y que sería después ascendido por sus servicios a Almirante de la República, pudo organizar una expedición que desembarco en Margarita, de esta isla pasaron los patriotas a la costa de oriente, donde quedaron Mariño y Piar mientras Bolívar se reembarcó “para muchos rapidamente al corazón de Venezuela a terminar la guerra”, según le escribió al general Arismendi. Con ese fin desembarcó en Ocumare de la Costa, y parte de su ejército avanzó hasta los valles de Aragua; pero atacado a su vez, sufrió en Los Aguacates un derrota que lo obligó a abandonar la empresa. Pàg 153
El 7 de mayo siguiente presidió la asamblea de la Villa del Norte y apoyó la candidatura de Bolívar para jefe Supremo. Por otro lado a Luisa Cáceres la trasladaron a La Guaira y tratada con menos dureza pero ocho meses recluida en el Convento de la Inmaculada Concepción de Caracas, y tras un relativo descanso volvió a La Guaira y fue encerrada en una de las siniestras bóvedas. A fines de noviembre de 1816 la embarcaron para Cádiz en El Pópulo, que fue apresado por un corsario de Estados Unidos, así los cien pasajeros fueron desembarcados en Las Azores, de allí pasó la heroína a Cádiz y al fin, gracias a la mediación de Francisco Caraballo y de su amigo el inglés Mr. Toten logró evadirse a Cádiz, y arribó a Filadelfia, a bordo de una fragata, el 3 de mayo de 1818.
El 3 de noviembre de 1816 después de numerosos incidentes, fue tomado al último baluarte del Castillo de Pampatar, el 20 de diciembre Arismendi es dirigido a Barcelona, con cuatro lanchas tripuladas por cuatrocientos hombres, tenía por objeto esta expedición expulsar a los españoles que dominaban la provincia, tomó parte activa en la campaña para rendir a Guayana en 1817, y realizó importantes trabajos encaminados a reforzar el Ejercito, en este año fueron expulsados definitivamente los españoles de Margarita a su vez el prestigio de Paéz en el Apure y en Barinas incorporaron este vasto territorio al dominio de la patria. Victoria decisivas fueron en tal sentido, durante ese año, la de Mucuritas, el 28 de Enero, de Páez contra el general Miguel de la Torre; la de San Félix, el 11 de abril, donde Piar derrotó al mismo de la Torre y aseguró la posesión de Guayana; la ocupación de Angostura, abandonada por los realistas el 17 de julio; y la batalla de Matasiete o Los Cocos, en Margarita, el 31 de julio, en la cual el general Francisco Esteban Gómez derrotó a Morillo. Pág153.
Algunas diferencias con Urdaneta en Margarita motivaron su prisión y envió a Angostura. Los vaivenes de la política le llevaron en 1819 a la Vicepresidencia de la República, con motivo de la renuncia del doctor Zea. En 1821 volvió a ejercer la Comandancia General de la isla de Margarita, de estas se dirigió a Barcelona para seguir a Caracas y colaborar con el Vicepresidente Soublette en la campaña de dicho año. En 1824 era Comandante de Armas del Departamento de Orinoco. En 1829 se hallaba en Caracas desempeñando el cargo de Jefe de la Alta Política. Aunque siempre fue fervoroso Bolivariano, los sucesos de 1830 le encontraron del lado de Páez y prestando su apoyo al movimiento separatista de Venezuela.
Sus grandes servicios a la República durante la Guerra de Independencia le fueron premiados con sucesivos ascensos hasta llegar al grado de General en Jefe, murió en Caracas el 22 de junio de 1841, terminando así la vida heroica de un margariteño digno de admiración y ejemplo para futuras generaciones.